Ritmo salvaje (Idlewild)

Años 30 en un pequeño pueblo del sur de Estados Unidos, un hombre tímido, André Benjamin (Revólver) se pasa el día ayudando a su padre en el tanatorio y por la noche tocando en el local en el que su amigo de la infancia, Big Boi, es la gran estrella. Cuando están en el escenario son felices, pero una vez se bajan de él, la vida cotidiana es muy difícil de soportar.

¡Ritmo do carallo!, se podía titular. ¡Vaya rollo de peli!. Cuando la estás viendo, te dices, «una peli de negros que espero sea para todos», pero según se va pasando el metraje… ¡ni los negros la aguantan!.

Las canciones una mierda, no hay por donde cogerlas. El prota canta peor que yo, que ya es decir. Las escenas pasan de una a otra sin ton ni son, el colmo ya es la movida de la petaca y el puto gallo, no sé a que coño viene eso.

Por no tener, no tiene ni emoción ninguna. La relación padre-hijo pasa sin pena ni gloria en la eterna hora y media larga que duró esta castañita.

Lo dicho, una cagada de cuidado, y eso a pesar de la presencia de la hermosa y buenísima Paula Patton (2 guns). El que hace de mafiosillo es Terrence Howard (Sabotage), que por cierto va de peli buena a castaña como quien no quiere la cosa. El dueño del local es Faizon Love y el que controla el alcohol es Ving Rhames (Misión imposible III).

Fijaros en la carátula para no picar en el videoclub.

Ciao!

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